El bosque que había aquí sufrió enfermedades, plagas (como el escarabajo de la corteza) y sequías prolongadas. Estos factores provocaron una gran mortandad de árboles y crearon condiciones peligrosas, lo que obligó a retirar algunos árboles muertos y dañados. Para favorecer la salud del suelo, se dejó intencionadamente parte de la madera muerta.
El bosque original estaba dominado por especies de coníferas como la pícea y el pino, lo que lo hacía vulnerable y poco adaptado al cambio climático. En cambio, el bosque recién plantado presenta una mezcla diversa de árboles caducifolios, especies elegidas por su probada contribución a la biodiversidad y su resistencia al cambio climático.
Situado junto a un popular sendero, el bosque restaurado ofrece a los visitantes una experiencia natural más rica y resistente. Más allá de los beneficios ecológicos, el proyecto también pretende concienciar al público sobre la importancia de la restauración forestal, especialmente en zonas afectadas por el estrés medioambiental.